Un tópico acerca del vino blanco afirma que la calidad es mucho mas alta en zonas frías y, en consecuencia, solo las añadas frescas en los climas más cálidos son dignas de consideración.
En Clos Pons, nuestra agradable constatación en los dos últimos años, durante los cuales el incremento de temperatura ha sido vertiginoso, es que con una buena dosis de atención, cuidados en bodega y sobre todo buenas técnicas en viñedo obtenemos en Clos Pons un vino blanco de excelente calidad. Con menos frescor sin duda, pero con una densidad, cuerpo y volumen en boca excepcionales y con no menos complejidad aromática.
Como acostumbra a pasar en los vinos de calidad, esta se define en el viñedo. Es en Clos Pons donde es crucial la prevención contra las altas temperaturas, un escenario que parece ya definitivo, o por lo menos lo parecen los episodios de extrema calor durante algún periodo, por mucho que finalmente la media de las temperaturas no sea tan extrema en el cómputo global del verano.
Una buena fertilización garantiza un vigor equilibrado de la vegetación. Juntamente con un riego mesurado distribuido racionalmente durante el periodo vegetativo (especialmente en la fase final de la maduración) permitirá un buen desarrollo de la vegetación y resultará en una protección del racimo respecto de la insolación solar. Esta protección la efectuará la propia masa foliar de la planta, regulada, como hemos dicho, básicamente a través de la fertilización y el riego. Y sobre todo eliminar la funesta práctica del deshojado, importada de nuestros vecinos franceses, cuyas necesidades vitícolas distan mucho de las nuestras. Dicha práctica se utiliza también, cabe decir, en situaciones de riesgo sanitario para la uva, situación que nunca es la nuestra, dadas las características climàticas de nuestro entorno y la pericia de nuestros técnicos.
En definitiva, cuidando el microclima del racimo, se constata que a pesar de las altas temperaturas mantenemos una calidad equivalente aunque el vino cambie ligeramente de estilo, y el clásico equilibrio entre ácido y dulce (éste último definido sobre todo por el contenido alcohólico) se desplaza hacia el segundo, con la consiguiente obtención de vinos más densos y untuosos pero a la vez complejos y expresivos.
Martí Magriñá, Enólogo Clos Pons